Planteamiento del problema
— Una joven llamada Mary Sutherland acude en ayuda de Holmes, para encontrar a su Amado llamado Hormes Ángel al que conoció en un baile de los Gasistas junto a su madre y su padre (Padrastro) no fue ya que partió a Francia por Negocios.
— La joven inicio un romance con Hormes con el permiso de su madre y aprovechando los viajes de su padre a Francia para sus visitas con Hormes.
— Cuando el Padrastro volvía de Francia, los enamorados se comunicaban a través de cartas; él a máquina de escribir y ella su propio puño y letra.
— Mary le describió Hormes a Holmes así:
“ Era un hombre muy vergonzoso, señor Holmes. Prefería pasearse conmigo ya oscurecido, y no durante el día, afirmando que le repugnaba que se fijasen en él. Sí; era muy retraído y muy caballeroso. Hasta su voz tenía un timbre muy meloso. Siendo joven sufrió, según me dijo, de anginas e hinchazón de las glándulas, y desde entonces le quedó la garganta débil y una manera de hablar vacilante y como si se expresara cuchicheando. Vestía siempre muy bien, con mucha pulcritud y sencillez, pero padecía, lo mismo que yo, debilidad de la vista, y usaba cristales de color para defenderse de la luz”.
HIPÓTESIS PRELIMINARES
— Hipótesis de la enamorada Mary: ella cree que “Hormes corrió un previo peligro”.
— Hipótesis de Holmes: “Sherlock Holmes permaneció silencioso durante algunos minutos, con las yemas de los dedos juntas, las piernas alargadas hacia adelante y la mirada dirigida hacia el techo. Cogió luego del colgadero la vieja y aceitosa pipa de arcilla, que era para él como su consejera y, una vez encendida, se recostó en la silla, lanzando de sí en espirales las guirnaldas de una nube espesa de humo azul, con una expresión de languidez infinita en su cara.
-Esta moza constituye un estudio muy interesante -comentó-. Ella me ha resultado más interesante que su pequeño problema, el que, dicho sea de paso, es bastante trillado. Si usted consulta mi índice, hallará casos paralelos: en Andover, el año setenta y siete, y algo que se le parece ocurrió también en La Haya el año pasado. Sin embargo, por vieja que sea la idea, contiene uno o dos detalles que me han resultado nuevos. Pero la persona de la moza fue sumamente aleccionadora”.
La reunión de los hechos adicionales
— Holmes le dice a Mary “Deje a mi cargo esa cuestión. Desearía poseer una descripción exacta de esa persona, y cuantas cartas del mismo pueda usted entregarme.
— -El sábado pasado puse un anuncio pidiendo noticias suyas en el Chronicle -dijo la joven-. Aquí tiene el texto, y aquí tiene también cuatro cartas suyas.
— -Gracias. ¿La dirección de usted?
-Lyon Place, número treinta y uno, Camberwell.
— -Por lo que he podido entender, el señor Angel no le dio nunca su dirección.
— ¿Dónde trabaja el padre de usted?
-Es viajante de Westhouse & Marbank, los grandes importadores de clarete, de Fenchurch Street.
— : Holmes le dice a Watson voy escribir dos cartas que nos sacarán de dudas a ese respecto. La una para cierta firma comercial de la City y la otra al padrastro de esta señorita, el señor Windibank, en la que le pediré que venga a vernos aquí mañana a las seis de la tarde. Es igual que tratemos del caso con los parientes varones. Y ahora, doctor, nada podemos hacer hasta que nos lleguen las contestaciones a estas dos cartas, de modo que podemos dejar el asuntillo en el estante mientras tanto.
Formulación de la Hipótesis
— Holmes colocó sus pies en alto, apoyándolos en la repisa de la chimenea, y echándose hacia atrás en su sillón, con las manos en los bolsillos, comenzó a hablar, en apariencia para sí mismo más bien que para nosotros, y dijo:
-El hombre en cuestión se casó con una mujer mucho más vieja que él; lo hizo por su dinero y, además, disfrutaba del dinero de la hija mientras ésta vivía con ellos. Esta última cantidad era de importancia para gentes de su posición, y el perderla habría equivalido a una diferencia notable. Valía la pena de realizar un esfuerzo para conservarla. La hija era de carácter bondadoso y amable; cariñosa y sensible en sus maneras; resultaba, pues, evidente que con sus buenas dotes personales y su pequeña renta, no la dejarían permanecer soltera mucho tiempo. Ahora bien y como es natural, su matrimonio equivalía a perder cien libras anuales y, ¿qué hizo entonces para impedirlo el padrastro? Adoptó la norma fácil de mantenerla dentro de casa, prohibiéndole el trato con otras personas de su misma edad. Pero pronto comprendió que semejante sistema no sería eficaz siempre. La joven se sintió desasosegada y reclamó sus derechos, terminando por anunciar su propósito terminante de concurrir a determinado baile. ¿Qué hace entonces su hábil padrastro? Concibe un plan que hace más honor a su cabeza que a su corazón. Se disfrazó, con la complicidad y ayuda de su esposa, se cubrió sus ojos de aguda mirada con cristales de color, enmascaró su rostro con un bigote y un par de hirsutas patillas. Rebajó el timbre claro de su voz hasta convertirlo en cuchicheo insinuante y, doblemente seguro porque la muchacha era corta de vista, se presentó bajo el nombre de señor Hosmer Angel, y alejó a los demás pretendientes, haciéndole el amor él mismo.
LA DEDUCCIÓN DE CONSECUENCIAS ADICIONALES
— -Holmes deduce que “la muchacha se enamoró por completo, y estando como estaba convencida de que su padrastro se hallaba en Francia, ni por un solo momento se le pasó por la imaginación la sospecha de que fuese víctima de una traición. Las atenciones que con ella tenía el caballero la halagaron, y la admiración, ruidosamente manifestada por su madre, contribuyó a que su impresión fuese mayor. Acto continuo, el señor Angel da comienzo a sus visitas, siendo evidente que si había de conseguirse un auténtico efecto, era preciso llevar la cosa todo lo lejos que fuese posible. Hubo entrevistas y un compromiso matrimonial, que evitaría que la joven enderezase sus afectos hacia ninguna otra persona. Sin embargo, no era posible mantener el engaño para siempre. Los supuestos viajes a Francia resultaban bastante embarazosos. Se imponía claramente la necesidad de llevar el negocio a término de una manera tan dramática que dejase una impresión permanente en el alma de la joven, y que la impidiese durante algún tiempo poner los ojos en otro pretendiente. Por eso se le exigieron aquellos juramentos de fidelidad con la mano puesta en los Evangelios, y por eso también las alusiones a la posibilidad de que ocurriese algo la mañana misma de la boda. James Windibank quería que la señorita Sutherland se ligase a Hosmer Angel de tal manera, que permaneciese en una incertidumbre tal acerca de su paradero, que durante los próximos diez años al menos, no prestase oídos a otro hombre. La condujo hasta la puerta de la iglesia, y entonces, como ya no podía llevar las cosas más adelante, desapareció oportunamente, recurriendo al viejo truco de entrar en el coche de cuatro ruedas por una portezuela y salir por la otra”.
LA VERIFICACIÓN DE LAS CONSECUENCIAS
— Watson: “Todavía no veo totalmente las etapas de su razonamiento -le hice notar yo.
-Pues verá usted, era evidente desde el principio que este señor Hosmer Angel tenía que tener alguna finalidad importante para su extraña conducta, y también lo era el que la única persona que de verdad salía ganando con el incidente, hasta donde yo podía ver, era el padrastro. También resultaba elocuente el que nunca coincidiesen los dos hombres, sino que el uno se presentaba siempre cuando el otro se hallaba ausente. También teníamos los detalles de los cristales de color y lo raro de la manera de hablar, cosas ambas que apuntaban hacia un disfraz, lo mismo que las hirsutas patillas. Mis sospechas se vieron confirmadas por el detalle característico de escribir la firma a máquina, porque se deducía de ello que la letra suya le era familiar a la joven, y que ésta la identificaría por poco que él escribiese a mano. Comprenda usted que todos estos hechos aislados, unidos a otros muchos más secundarios, coincidían en apuntar en la misma dirección”.
La Aplicación
— Pregunta Watson a Holmes
— “¿Y cómo se las arregló usted para comprobarlos?
-Una vez localizado mi hombre, resultaba fácil conseguir la confirmación. Yo sabía con qué casa comercial trabajaba este hombre. Examinando la descripción impresa, eliminé todo aquello que podía ser consecuencia de un disfraz: las patillas, los cristales, la voz, y la envié a la casa en cuestión, pidiéndoles que me comunicasen si correspondía a la descripción de alguno de sus viajantes. Me había fijado ya en las características de la máquina de escribir y envié una carta a nuestro hombre, dirigida a su lugar de trabajo, preguntándole si podría presentarse aquí. Su respuesta, tal y como yo había esperado, estaba escrita a máquina, y en ella se advertían los mismos defectos triviales pero característicos de la máquina. Por el mismo correo me llegó una carta de Westhouse and Marbank, de Fenchurch Street, comunicándome que la descripción respondía en todos sus detalles a la de su empleado James Windibank.Voila tout!” .